El eurodrama está servido, la confrontación entre Rusia y Ucrania ha llevado a decisiones disparatadas, vetos, contravetos, vetos contra el contraveto…

El conflicto político entre ambos países se vino dando desde el referéndum que celebró Crimea y que culminó con la anexión de la Península a Rusia, al menos de facto.

Esto ha provocado, en su gran parte, lo que estas semanas estamos viendo. Rusia amenazaba con boicotear el Festival, con una supuesta retirada que sobrevolaba Kiev; hasta que finalmente se despejó la duda y Julia Samoylova fue anunciada como la representante del país.

Todo iba bien hasta que una -previsible- decisión del Gobierno ucraniano echó por tierra todas y cada una de las máximas del Festival y del propio eslogan escogido por Ucrania: Celebrate Diversity. Una actitud mezquina, pero del todo justificable. Las autoridades rusas sabían de sobra que Samoylova no era bienvenida en Ucrania: pisó Crimea en contra de toda ley ucraniana. En realidad, Ucrania está aplicando sus leyes.

Jon Ola Sand compareció rápidamente para anunciar que se le ofrecía a Rusia algo nunca visto, que Samoylova participase vía telemática desde un plató moscovita.

Los conflictos geopolíticos han ido minando la, ya de por sí, débil “unidad” del viejo continente. Es del todo inevitable que Ucrania interfiera en la candidatura rusa, pero quizá, si su objetivo es frustrar al país vecino, debería hacerlo con otro tipo de respuestas. A Rusia no le molesta dejar Eurovisión, Rusia disfruta mientras la UER y, sobre todo Ucrania, se tiran de los pelos porque no saben que hacer con Samoylova.

Al intentar analizar el conflicto es fácil caer en contradicciones, yo mismo he expuesto que Ucrania viola las máximas del Festival, pero que esa actitud responde a una aplicación de sus leyes. Así son los confictos geopolíticos.

Para evitar que ocurran estas cosas, países como Rusia, Ucrania, Azerbaiyán y Armenia deberían estar sujetos a unas normas de participación más estrictas. O bien debería impedírseles participar. Los gobiernos de estos países harán todo lo posible para boicotear al contrario, aunque tengan que pisar el Festival, lo boicoteará. Deberían crearse normas que impidiesen la penetración de la política en esto, en la música.

¿Por qué no hay una norma clara que sancione a los países que actúen movidos por la política? Así, tanto Ucrania como Rusia, se lo pensarían dos veces antes de actuar.