Nunca me ha repateado tanto que Eurovisión sea en Israel, nunca he odiado a un ganador y tampoco odio a Netta. Sin embargo, no puedo evitar pensar que Israel lo usará como una desestabilización del orden político de Oriente Medio para arrebatarle a Palestina la poca tierra que queda sin ocupar.

Enteraos, Netta es completamente irrelevante, no hay por qué tacharla de sionista o elitista -podemos considerarlo-, pero ella es un títere político al servicio del sí extremista presidente Netanyahu. Presidente con minúscula, porque hoy mismo afirmaba en una entrevista que la única solución posible es matar a los palestinos. ¿Estamos ante un holocausto contemporáneo?

Creo que sí, y es cuanto menos repulsivo y triste. Han muerto ya miles de palestinos a manos de la barbarie israelí. Millones están viviendo en otros países. Otros tantos se enfrentan a la discriminación y al menosprecio de sus ahora conciudadanos israelíes. Es triste que un pueblo sea sometido a esto, otra vez.

Por eso me apena que lo que es para mí una de las mejores citas del año, Eurovisión, se celebre en Jerusalén. ¿Que por qué creo que será en Jerusalén? Porque los programas de la televisión pública ya muestran el logo con un gran JERUSALEM 2019, lo cual es frívolo y prepotente.

Con estas provocaciones la UER ya debería haber llamado la atención al ente israelí, informarle de que hay un procedimiento y que se dejen de gilipolleces, sinceramente y hablando mal. Pero es lo que hay. Mantengamos la esperanza, por favor, mantengámosla.